Para tratar el tema de la creatividad me gustaría hacer especial alusión a un experto en este asunto, Ken Robinson. Como consecuencia de la gran importancia de su trabajo en el ámbito de la creatividad, la innovación, la calidad de la educación y los recursos humanos, fue nombrado Sir por la reina de Inglaterra, Isabel II, en el 2003.

En el 2006, Ken Robinson realiza un discurso conocido como “Las escuelas matan la creatividad”, en el que analiza, con un cierto sentido del humor, las problemáticas del sistema educativo occidental.

Tras examinar el discurso, y reflexionar sobre él, pienso que tiene mucha razón cuando dice que las escuelas, realmente, forman para trabajar. Con ello quiero decir que las materias predominantes en prácticamente todos los sistemas educativos mundiales están jerarquizadas en función de las posibilidades laborales, ya que como bien podemos ver, aquellas a las que se les dan más relevancia son las matemáticas y los idiomas, seguidas de las humanísticas, para finalizar básicamente con el arte. A su vez, esta última también se ve fragmentada, priorizando el arte y la música, y dejando en segundo plano la danza y el drama. Nos encontramos, pues, en una época en la que prevalecen los contenidos enciclopédicos, en una época de competitividad y consecuente “titulitis”, en la que realizar un oficio no está tan bien visto como tener seis carreras y dos máster. Una época enfocada al trabajo, dejando atrás la educación y formación en valores de las personas. ¿Cuántos niños y niñas, desafortunadamente, han sido privados desde bien pequeños de hacer aquello que les agrada “porque eso no les va a dar de comer”?

Este erróneo pensamiento conlleva cierta frustración interna, y la concepción de la escuela como una obligación. Conforme pasan los años, las personas adquieren un miedo a la equivocación casi excesivo, hecho que les hace reprimir cada vez más su yo creativo. Ese bailarín, cantante, panadero y humorista se queda en el olvido, dando lugar, en ocasiones, a personas disconformes con su profesión.

¿Y es que no opináis, tal como yo, que no hay mejor dedicación que aquella que a uno mismo le nace? Hablo de la vocación, de esa palabra que a nosotros, los futuros maestros, se nos pregunta casi a diario. La verdadera vocación, a mi parecer, reside en el interior de cada uno, y que mejor que recibir las herramientas adecuadas para desarrollarla, para hacer lo que te gusta y luchar por superarte día a día. Tal como alegó en su día Picasso, todos nacemos siendo artistas, el problema reside en continuar siéndolo mientras crecemos.

En la siguiente publicación, nos adentraremos un poco más en el concepto de creatividad.